-Toda clase de pieles-
Había una vez hace muchos años en un lejano
país, un rey y una reina que eran considerados los reyes más bellos e
inteligentes de todos los reinos, pero empezaban a tener un problema, que a la
larga, afectaría a todo el reino. Se estaban haciendo mayores.
A la
reina ya no le brillaba tanto la melena y las manos se le estaban empezando
a arrugar como se arrugan los dedos
cuando nos bañamos. Al rey le empezaba a fallar la memoria, y ya no era el
mejor matemático del reino.
Los reyes viendo que esta situación se hacía
más preocupante cada día, decidieron
ponerle solución y encontraron la
respuesta al gran problema que amenazaba al reino.
Por una parte decidieron que llamarían al
segundo hombre después del rey claro está, más sabio del reino, y el hombre
sabio se encargaría de asesorar al rey y ser su memoria en todo momento. Le
ayudaría a hacer las cuentas de palacio,
le recordaría todo aquello que el rey olvidara y le aconsejaría en todo lo que
el rey necesitara.
Por otro lado, pensaron que una buena
solución sería tener un hijo, de este modo la belleza de ambos reyes se
juntaría en una misma persona, y sería el sucesor del reino de la belleza y la
inteligencia.
A los dos años siguientes los reyes del reino
de la belleza y la inteligencia tuvieron un hijo, pero no fue un niño como
esperaban. La reina dio a luz al bebé más hermoso que jamás nadie se pueda
imaginar, y le pusieron de nombre Lucía.
Pasaron los años y mientras Lucía crecía como
la niña más bella del reino, sus padres, los reyes, se iban haciendo cada día
más mayores. El rey había perdido completamente la cabeza y su sabio ayudante
le acompañaba día y noche.
Lucía era una niña de cuento, tenia ojos
claros azul mar, era morena de cabellos ondulados y piel tan clara como una
muñeca. Era alta, y caminaba como una bailarina. A medida que pasaba el tiempo
sus rasgos iban pareciéndose más a los de su madre cuando era joven.
La verdad es que Lucía era la princesa más bella que jamás unos ojos hayan
visto.
El tiempo iba pasando y la princesa iba
volviéndose cada día más bella y más inteligente.
Un buen
día el sabio consejero del rey,
anunció por orden expresa del rey, que Lucía debía buscar un príncipe con el
que contraer matrimonio rápidamente debido al débil estado de los reyes, que se
encontraban ya muy mayores.
Lucía tan solo tenía 17 años y la
inteligencia suficiente para darse cuenta de que ella no necesitaba aún casarse
con ningún príncipe. Ella era feliz sin novio y era capaz de encargarse de
todos y cada uno de los temas de palacio ella solita. Así que decidió que le
diría a los reyes que andaba buscando futuros maridos y les pediría un tiempo
para ello, asi ganaría tiempo para ir pensado cómo convencer a sus padres de
que aún no necesitaba casarse con ningún príncipe.
En ese tiempo los reyes enfermaron y tuvieron
que emprender un largo viaje al reino de la salud y el amor que se encontraba
muy alejado del reino de la belleza y la inteligencia, por lo que estarían
fuera de palacio muchos meses hasta incluso años.
El mismo día que los reyes emprendieron
viaje, el sabio consejero del rey se acercó a Lucía con un sobre cerrado que
contenía una carta escrita de puño y letra por su majestad el rey. La carta
así decia:
Querida hija mía:
Sabes bien que tu
madre y yo nos hacemos mayores. La edad no nos permite seguir al pie de este
reino, que como bien sabes es conocido como el reino de la belleza y de la
inteligencia. Por esta razón tu madre y yo te rogamos que te cases con mi sabio
consejero. Sabemos de sobra que no es ni por asomo un hombre apuesto, ni joven,
ni siquiera es amable pero es el hombre más inteligente de todo el reino y tu
hija nuestra, la mujer más bella que jamás unos ojos hayan podido admirar. Por
esta razón es de obligada urgencia que te cases tu, hija mía ,la mujer más bella
del reino, con el hija mía, el hombre más sabio del reino.
Si nos quieres
harás esto por nosotros y por el reino. El nombre y el honor de nuestro reino
están en tus manos.
Si no nos volvemos
a ver, solo te pedimos que cumplas nuestra voluntad.
Te quieren, los
reyes.
Cuando Lucía terminó de leer la carta rompió
a llorar. Ella no quería casarse y mucho menos con un hombre como el sabio
consejero que era ya mayor, serio y no tenía sentido del humor. Lucía, que era
tan inteligente dejó de llorar dándose cuenta de que llorar no servía para
nada. Se fue a la cocina y mientras se preparaba la merienda pensó la manera
con la que ganar tiempo.
Pasó dos días encerrada dando vueltas a su
cabeza hasta lograr dar con una idea que le haría ganar algo de tiempo. Pensó retar al sabio
consejero a duras e imposibles tareas para que este no consiguiera realizarlas
y de este modo no se ganaría el honor de casarse con ella. Así que Lucia,
valiente y decidida se acercó al sabio consejero y le dio la noticia que
contenía la carta que el rey había escrito.
El sabio consejero quedó impresionado a la
vez que encantado y se puso a las ordenes de Lucía.
Lucía ,sabia de ella, le hizo saber que al
tratarse de la princesa más bella de todos los reinos, no le sería fácil lograr
su amor, así que tendría que superar una serie de pruebas.
Meditó en qué consistirían las pruebas
durante varias semanas y tomó una decisión.
La primera prueba que ordenó al sabio fue
crearle una pócima que rejuveneciera cinco años el rostro. Lucía sabia que existían
fórmulas secretas en países lejanos y que nadie jamás había logrado saber los ingredientes.
Desafortunadamente el sabio consejero
apareció a las dos semanas con la pócima más fantástica y maravillosa que no
rejuvenecía cinco años el rostro, si no que lo rejuvenecía todos los años que
quisieses según las gotitas que te aplicaras.
Lucía decidió que la segunda cosa que le
pediría al sabio consejero sería un cepillo que alargase la melena cuanto tú
quisieras. Ella que estaba a la última en todo lo relativo a peluquería sabía
que dicho cepillo no existía, por eso se lo mandó traer.
Desafortunadamente el sabio consejero
apareció a los siete meses con el mejor equipo de ingenieros y arquitectos del
reino que traían en sus manos el cepillo alargador de melenas que el
inteligente sabio consejero les había mandado crear.
Lucía desesperada ante la situación, decidió
pedirle al sabio consejero una última cosa que ella sabía con toda seguridad
que no existía y que era imposible de crear. Lucía le pidió al sabio consejero
una píldora de eternidad.
El sabio consejero tras está petición
desapareció de palacio una muy larga temporada. Lucia vivía feliz haciendo su
vida libre por palacio, saliendo con sus amigas a caballo, leyendo libros a la
orilla del lago, recogiendo moras para hacer mermelada, dibujando atardeceres a
pie de palacio…
Hasta que un buen día, mientras lucia se
encontraba dibujando un almendro en flor en el jardín de palacio, vio aparecer
a lo lejos a un viejo que zaleaba las manos sosteniendo entre ellas un bote de
cristal que contenía algo. Cuando le alcanzó la vista, se dio cuenta de
que aquel hombre que intentaba acercarse corriendo a palacio pero sus viejas
piernas no le permitían correr, era el sabio consejero. Que tras seis años sin
noticias de el volvía con la píldora de vida eterna entre manos.
Lucía no tenia escapatoria, ya no había más
nada que pudiera pedirle a aquel hombre para evitar la boda.
Pero como era tan, tan, tan inteligente
se le ocurrió una última cosa que el sabio consejero no podría rechazar. Y de
este modo lograría más tiempo.
Lucía se acercó al sabio consejero con la
cara más linda que sabía poner, y entrecerrando los ojos y entornando una sonrisa
le dijo: sabio consejero, como futuro
esposo mío que serás tengo que pedirte una última cosa. Dado que eres el hombre
más inteligente del reino, necesitaré que construyas algún tipo de píldora que
anule los efectos de las tres pruebas que te he pedido, porque una vez mueras tu
,futuro esposo mío, de nada me servirá seguir viviendo si no tengo tu amor.
El sabio consejero, que se moría de amor por
Lucía, decidió hacer unas reuniones en palacio con los jóvenes más apuestos e
inteligentes del reino, porque él se encontraba ya muy viejito y no se veía
capaz de trabajar en la creación de una fórmula que anulase el resto de
efectos.
De este modo, la princesa Lucía que como sabéis
era una princesa sumamente bella e inteligente decidió que se pasearía en esas
reuniones entre los jóvenes apuestos e inteligentes para conseguir que alguno
quedase enamorado de ella y escaparan juntos de allí.
Decidió que de entre los tres días que durarían
las reuniones, utilizaría cada día uno de los efectos que el sabio consejero
había creado para ella, para que así ninguno de los jóvenes la reconociera como
la princesa de palacio.
El primer día de reuniones, la princesa
deambuló luciendo cinco años menos en su rostro. Y os podéis imaginar, si ya era la
mujer más bella del mundo, lo guapísima que estaba. Paseó entre los
jóvenes decidiendo cual de aquellos le parecía el hombre más guapo e
inteligente.
Pero como la belleza es algo que a simple
vista vemos y la inteligencia no, decidió acercarse al chico que le había
parecido más guapo para comprobar cuán listo era . Lucia se acercó y pudo descubrir que era un poquito
inteligente.
El segundo día de reuniones Lucía se peino
con el cepillo que el sabio consejero le había creado y hizo crecer su morena
melena hasta las rodillas. Y como el día anterior,paseó entre los jóvenes que
la miraban como si fuese un ángel. De nuevo se acercó al chico del día
anterior y tras un poco de conversación pudo comprobar que era un poco más
inteligente que el día anterior.
Llegó el tercer día, y a Lucía le entró la prisa. Lucia temía tomarse la píldora de la vida
eterna, porque si no encontraba un joven que llamase del todo su atención tendría
que casarse con el sabio consejero. Así que esta vez decidió pasear entre los
jóvenes con la píldora en la mano. Y de
nuevo como había estado haciendo los dos días atrás se acercó al joven más
apuesto de todos con el que había estado hablando los dos días anteriores. Pero
esta vez algo cambió. Lucía se acercó al apuesto joven y antes de que pudiera decir cualquier palabra aquel joven que se llamaba Joaquín le dijo:
Acaso, Lucía ¿no te das cuenta que desde el primer día supe que eras la princesa
de nuestro reino? No hay mujer que te iguale en belleza ni mujer que se parezca a ti en inteligencia. Y ¿acaso no te das
cuenta de que sé qué estas tramando? El primer día te hable poco para no darme
a conocer en un solo día, el segundo día te deje ver más que soy un hombre
inteligente y hoy quiero decirte que si escapas conmigo de aquí, no te hará
falta tomarse eso que llevas en la mano, que bien sé que es una píldora de
eternidad por si encuentras a tu amor.
Yo, que soy un hombre inteligente te
ofrezco que escapemos juntos y si algún día te das cuenta con el paso del tiempo de
que soy el amor de tu vida tomes eso que llevas en tu mano. Y
te prometo que si algún día dejas de quererme tengo la inteligencia suficiente
para crear esa fórmula que anula todos los efectos que llevas encima. Si me
dejas, la crearé para mañana y te liberare de ser la mujer más joven, de melena
más larga y más bella del reino, porque me gusta tu inteligencia y solo
necesito tu amor.
No le hicieron falta escuchar mas palabras a
la princesa Lucía para darse cuenta de que había encontrado al amor de su vida, y
es así como en ese mismo momento Joaquín y lucia salieron a escondidas de
palacio y huyeron a un reino sin nombre.
¡Colorín colorado este cuento se ha
acabado y aún no hemos merendado!
La verdad es que me han parecido súper curiosas las tres pruebas que le pide Lucía al consejero, muy originales! Además... conozco a más de una que querría alguna de las tres cosas que se pide en el cuento! =)
ResponderEliminarEs la adaptación más curiosa y más extraña que he leído jamás de este cuento. Pero el caso es que respeta todos los elementos simbólicos que encierra Toda clase de pieles.
ResponderEliminarPerfecto, pues. Solo me queda la duda de cómo entenderá el niño el tema de esas tres pruebas tan conceptuales (la del pelo largo es fácil para ellos) ... así que tendrás que contárselo a alguno y contarme el resultado.