Comparto con vosotros este texto extraído de los apuntes de la asignatura de Estrategias de Intervención Didáctica. Esta Filosofía debería ser la que presida la práctica cotidiana en TODOS los centros de educación infantil.
"No
entiendo la educación infantil como una educación escolar, en sentido estricto.
Sino como una etapa educativa previa a la escolarización obligatoria y por
tanto con características propias, sustancialmente distintas a las de etapas
escolares posteriores. La educación infantil, es educación infantil, no
preprimaria. No caigamos en el error de tener prisa con los niños. No queramos
convertirlos en preuniversitarios prematuros. Ellos deben vivir las distintas
etapas de su desarrollo encontrando sentido a cada momento por lo que sucede en
cada momento, no en lo que vendrá en tiempos pretéritos como fruto del
presente. Cada momento tiene sentido en sí mismo, y si este está bien realizado
dará sentido al siguiente. Si plantamos un árbol pequeño debemos tener la
paciencia de verlo crecer con el ritmo que su naturaleza y los cuidados le
permitan. ¿Qué lograríamos tirando con fuerza de las puntas de sus ramas para
que creciera más deprisa? Seguramente, arrancarlo del suelo y frustrar su
desarrollo.
Las
maestras y maestros de Educación Infantil deben tener paciencia para ver crecer
a los niños a su ritmo, eso si con buenos cuidados que permitan un crecimiento
armónico y vigoroso, pero a su ritmo. Recordemos aquella frase de Juan Bautista
de La Salle que dice “para que ir deprisa, si no voy a ninguna parte”.
La
infancia es o debe ser una etapa de la vida que el niño viva con felicidad y
armonía, debemos prepararle un escenario educativo que le permita crecer,
aprender, relacionarse, etc., en un ambiente óptimo para sus necesidades
vitales.
Debemos preparar las bases de un “árbol sano”, que crezca
adecuadamente y que le permita, en el futuro, convertirse en un árbol adulto,
capaz de grandes frutos, pero esa es otra historia. Este es el momento de
crecer."
Precioso y absolutamente certero.
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